Un padre soltero corrió hacia un tiroteo para salvar a un policía: lo que él y su perro hicieron conmocionó a toda la fuerza policial.
Tres meses después, en una mañana clara de invierno, Ricardo Valdés y Marcela Beltrán intercambiaron votos. Estrella fue la dama de honor. Rex fue el portador de los anillos.
Al besarse, Estrella y Rex ladraron. Uno de risa, otro de alegría.
“Hablando de familia,” dijo Marcela, su anillo de bodas brillando bajo la luz. “Hay algo que probablemente deberíamos decirte, Estrella.”
Los ojos de la niña se abrieron con esperanza. “¿Va a haber un bebé?”
“Todavía no,” dijo Marcela, sonriendo. “Pero hemos comenzado el proceso de adopción para un niño pequeño llamado Marco. Tiene seis años, perdió a sus padres el año pasado. Necesita una familia, y pensamos…”
“¡Voy a ser hermana mayor!” El grito de júbilo de Estrella hizo que las palomas se dispersaran de los escalones. “¡Quiero conocerlo! ¿Le gustan los perros? ¿Compartirá mi cuarto?”
Mientras la recién formada familia Carter Blake caminaba hacia su coche, discutiendo los arreglos de las habitaciones, la ciudad a su alrededor continuaba su ritmo. Pero para aquellos que habían presenciado su historia, el valor de Ricardo, no como un soldado o un héroe, sino como un padre y un ser humano que no podía dar la espalda a alguien en necesidad, resonó. Les recordó a todos que el coraje no es la ausencia de miedo, sino la acción a pesar de él. Y que el amor, el amor verdadero, no termina con la pérdida, sino que crece más fuerte, abarcando nuevos corazones.